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Loco, loco, loco, loco, loco Loco, loco, loco.
Dejaré que la prosa y la poesía, imperecederas, permanezcan aquí a buen recaudo.
Me llaman loco por rogarle a la luna detrás del cristal.
Acabaría desgastándose y se volvería inservible con el paso del tiempo.
Todo en esta gran maquinaria se desgasta y se va, dejando paso a un sustituto mejor preparado, o tal vez no, pero seguro más joven.
Que, pese a todo, desprende feminidad por los cuatro costados.